A simple vista puedes observar a cientos de personas practicando running con diferentes objetivos. Lo que te encuentras imposibilitado de conocer es la razón que las ha llevado a realizar dicha actividad. En este sentido, correr bajo presión es muy frecuente, incluso más de lo que te imaginas.
Se trata de algo cuyo rendimiento puede ser tanto positivo como negativo, al menos en el corto plazo. Luego, tienes dos opciones: adaptarte y hasta sentir agrado por hacerlo o revelarte, decidir realizar otra actividad y auto-convencerte de que el running no es para ti.
¿Cómo actúa la presión en el deporte y, en particular, al correr?
La presión consta de un agente tanto externo como interno que afecta tanto para bien como para mal a quienes la padecen. Además, se manifiesta de diferentes modos y ocasiona decenas de consecuencias posibles.
Lo cierto es que, según los contextos, objetivos e intereses, hay al menos dos tipos de presiones:
- Presión interna: la sientes en tu interior. En el caso del running tendrás una suerte de voz en tu mente exigiéndote correr más rápido con el fin de alcanzar el objetivo de manera exitosa, superando incluso a tus rivales si los tuvieras.
- Presión externa: es impuesta por alguien que no participa en la actividad, pero que, por algún motivo, necesita (y por eso te exige) que rindas acorde a sus expectativas.
No obstante, es muy probable que al leer estas definiciones pienses “ambas se combinan ya que una hace a la otra”. Y en parte es cierto… Si tienes presión interna es porque alguien de afuera te la transmite, a excepción de aquellos casos en los que se trata de un desafío pura y exclusivamente personal.
La experiencia, un factor esencial en todo sentido para la presión
Imagina la misma presión ya sea interna o externa, pero siendo un corredor amateur que realiza trayectos de 10 kilómetros una vez a la semana. Claramente influirá muy diferente respecto a un profesional que ya está más acostumbrado al contexto.
Cabe destacar que algunos especialistas se refieren a la presión al correr o en el deporte como un elemento inseparable de la competición. De hecho, -y esto es de público conocimiento- en los torneos e instancias decisivas como las finales es cuando más aparece y cuando más necesario resulta que afecte lo menos posible.
Concretamente, si sucumbes bajo la presión este agente te afectará racional y físicamente, por lo que terminará siendo muy negativo. En cambio, si te preparas correcta e íntegramente y la sobrellevas sin inconvenientes podrías hasta auto-potenciarte para derrotar a un rival y alcanzar la gloria máxima.
Además, la presión al desarrollar una competición deportiva se vuelve aún más inevitable teniendo en cuenta que te están filmando para distintos medios de comunicación, redes sociales y plataformas.
¿Cuándo hay presión interna y externa?
Más allá de todo lo que te describimos, correr bajo presión no es un suceso aislado. Cada maratón o carrera que posee medallas, copas o premios para quienes logren los primeros puestos implica, por defecto, sentir una presión por conseguirlos.
En síntesis, la única manera de que no exista la presión o que al menos no la sientas es en carreras amistosas. También en jornadas de entrenamiento o que corres para despejarte un rato, las cuales te sirven para prepararte para algo profesional.
A su vez, puede ocurrir que carezcas de una necesidad concreta para ganar una competición amateur, pero que igualmente sientas presión. ¿Por qué? Por el hecho de que querer llevar una buena noticia a tu hogar y seres queridos.
Si tienes que correr bajo presión, lo mejor es que esta no te afecte. Y, si su presencia depende de ti, lo ideal es actuar o realizar una acción de forma natural posible dado que los beneficios serán mayores y de larga duración.