Correr cuesta abajo sin riesgo de lesiones

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Cuándo se planifica una competición lo más temido es encontrar cuestas en los últimos kilómetros de la carrera. Solo hay que pensar lo duras que pueden ser en una competición como el maratón. Pero si algo he aprendido, es que hay que temer más correr cuesta abajo que afrontar una cuesta.

¿La razón? Subir cuestas lo puede hacer todo el mundo bien, el problema está que no todos los corredores saben bajar en condiciones una cuesta, y esto provoca un elevado riesgo en el corredor.

¿Que sucede en tu cuerpo cuando corres cuesta abajo en una carrera?

«En las bajadas se puede recuperar». Una frase muy típica de corredor.

La verdad es que en una bajada los músculos como el cuádriceps no trabajan…de la misma manera. Mientras que en subida el cuádriceps se contrae para poder aportar fuerza y conseguir superar este desnivel, cuando corres cuesta abajo el mismo músculo necesita alargarse para poder llevar a cabo el movimiento de bajada y aunque no lo pueda parecer también genera mucha fuerza.

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Si te enfrentas a una bajada pronunciada los músculos se tienden a alargar más y si a esto le sumas que vas a una velocidad mayor, el impacto se multiplica. Por desgracia correr cuesta abajo es un arte que no todos dominan.

Si bien correr cuesta abajo tiene estos riesgos, también es cierto que quien sabe enfrentarse a una bajada con una técnica perfecta es capaz de rascar muchos segundos al crono.

¿Cómo correr cuesta abajo?

La regla número 1 para correr cuesta abajo es no inclinarse en exceso, ni para atrás (pues te frenas), ni hacía adelante (si no te quieres caer). No obstante hay que inclinar la cadera hacia adelante para así poder avanzar en perpendicular al suelo.

Lo segundo es que como bien sabrás, en este deporte los brazos juegan un papel primordial en la carrera, pues de la misma manera actúan en las bajadas. Son la clave para mantener el equilibrio, así que mejora tu braceo para poder bajar de una manera estable.

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Cuando vayas a correr cuesta abajo debes recordar que el impacto que recibirán tus articulaciones es mayor que corriendo en llano y por ello los pasos deben ser rápidos y con el mínimo contacto contra el suelo. Evita entrar de talón si no quieres que tus tibias y rodillas sufran, pero tampoco lo hagas de punta si aprecias tus gemelos y soleos. ¿La mejor manera? Con la parte media del pie.

Si consigues controlar las bajadas tienes una gran ventaja frente al resto de corredores, así que no pierdas la oportunidad de hacerlo.