Para correr no se requiere únicamente un buen físico, una mente fuerte es la que ayuda a mantener nuestro objetivo a pesar de las decepciones. El trabajo mental representa una parte fundamental para atletas profesionalices y amateurs. Y ese trabajo mental viene de la mano del sacrificio de ser corredor.
El sacrificio de ser corredor
A pesar de la importancia de este factor en los atletas de élite, a nivel amateur, el sacrificio de ser corredor está muy presente y donde también se suele infravalorar. Vamos a poner un ejemplo:
Pablo lleva años corriendo y este año quiere debutar en el maratón de su ciudad. Trabaja 8 horas en una oficina y tiene una mujer y una hija de 6 años. Él sabe como será su entrenamiento, lo tiene todo planificado, llegará al pico de 100 kilómetros semanales para conseguir bajar de las 3 horas en su debut. 5 días a la semana más uno de fuerza en el gimnasio. Su turno de trabajo es de 09:00 – 17:00. Cada día pasa dos horas con su mujer y con su hija y es voluntario en un comedor social un día a la semana.
¿Cuando entrena y como lo consigue? Entrena siempre que debe hacerlo y renuncia a la tranquilidad que le aporta el sofá y al descanso de la cama.
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Pablo se levanta cada día a las 5 de la mañana, desayuna, le da un beso a su mujer y a su hija y se lanza a devorar kilómetros. No importa que esté solo por los caminos, él se siente completamente lleno con lo que hace. Sabe que tarde o temprano recogerá los frutos de este sacrificio.
Sin darse cuenta acaba el entrenamiento y está de nuevo en casa, una ducha rápida, acompaña a su hija al colegio y se va a trabajar. Le esperan 8 horas sentado en una oficina, pero lejos de sentirse cansado por su entrenamiento se siente más fuerte que nunca.
Tras la jornada laboral vuelve otra vez a casa para estar con las dos mujeres de su casa, Pablo aún tiene energía para jugar con su hija. Son dos horas al día que disfruta con ella.
Llega la noche, cena y acuesta a su hija.
¿Porque te levantas tan pronto? – le pregunta ella.
-Para poder disfrutar del tiempo- le responde Pablo
La recompensa no solo es llegar al maratón en perfectas condiciones, sino que esas dos horas que pierde por la mañana entrenando las recupera cuando llega de trabajar con ella.
La conclusión
Nos guste reconocerlo o no, los corredores somos personas que sacrificamos más de lo que nosotros pensamos. Sacrificamos tiempo de ocio, de sueño y de vida social. Pero es un sacrificio bonito que nos lleva a disfrutar y apreciar cada segundo de las cosas que hacemos.
El caso de Pablo es uno de los muchos donde el sacrificio de ser corredor ayuda a que se levante cada día a esa hora por la obligación auto impuesta de entrenar a diario, le ayuda a tener energía para estar con su familia al llegar del trabajo. A Pablo seguramente le dirán que no sabe como aguanta ese ritmo de vida, que se levanta muy pronto. Pero es que el tiempo es oro y nosotros lo sabemos muy bien.
Pablo se llama el protagonista de esta historia, pero en la vida real sirve cualquiera de vuestros nombres.