Todo corredor que haya vivido una lesión sabe lo dura que es esa situación. Ver pasar los días y notar como la mejoría es muy leve puede acbar con los nervios del corredor más paciente. Por ello, en el momento que el fisio nos permite correr, hay muchas probabilidades de cometer locuras como la de competir antes de tiempo o apretar demasiado en un entrenamiento. Aquí se origina lo que llamo la falsa recuperación de una lesión, un periodo en el que el corredor piensa que está recuperado por no sentir dolor a pesar de que aún queda mucho camino por recorrer…
Que no te influya la falsa recuperación de una lesión
Tras meses de tratamiento y ejercicios específicos, llega un momento que tu fisio dice la palabra mágica: ya puedes correr.
Lo primero que se te pasa por la cabeza es lanzarte a correr 10 kilómetros a 4 min/km. No va a ser tan fácil, me temo.
Nada más recibir el visto bueno del profesional, lo principal es analizar como se encuentra tu cuerpo y poco a poco ir incluyendo rodajes en tu rutina semanal.
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Por desgracia, dependiendo de la lesión, no volverás a correr de la misma manera hasta pasado meses. Es en esos meses de readaptación donde se suelen producir las temidas recaídas.
Estas recaídas son consecuencia de la falsa recuperación de una lesión. Que el fisio te permita correr no significa que el proceso de recuperación haya terminado. Este punto es crítico, ya que un error en este paso puede hacerte volver atrás y desandar todo el camino recorrido.
La falsa recuperación de una lesión se produce debido al bienestar que se siente en comparación a meses anteriores. El dolor ha desaparecido y encima el fisio te recomienda correr.
Esto produce que creas que estás en las mismas condiciones que antes de lesionarte, pero si no regulas el entrenamiento es posible que con el tiempo vuelva a dolor el mismo punto.
La clave para que no te influye la falsa recuperación de una lesión es pecar de precavido. Seguramente puedes correr 40 kilómetros semanales sin problemas y sin recaer, pero siempre es mejor tirar a lo bajo. No va a pasar nada porque entrenes 30 kilómetros durante varias semanas y veas como evoluciona la lesión.
Lo mismo pasa con el ritmo, a nadie le gusta correr lento, pero es mejor estar 2 meses corriendo a un ritmo lento que 2 semanas a ritmo rápido y volverte a lesionar. A nadie le gusta esperar, pero en este caso no hay otro camino.