¿Por qué una mala carrera es parte de tu evolución como corredor?

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Estarás de acuerdo conmigo de que una mala carrera deja un sabor amargo y puede poner en riesgo tu autoestima para las siguientes competiciones. Pero eso solo sucede si miras el lado oscuro de la situación porque después de una mala carrera se abre un abanico de posibilidades de mejora.

Hacer una carrera desastrosa no sirve para otra cosa que seguir evolucionando como deportista.

¿Qué aprendes de una mala carrera?

Si en cada competición fuera perfecta ese sentimiento de superación que caracteriza a todos lo corredores y corredoras desaparecería.

Llegar a la línea de meta sin aire, con dolor muscular y habiendo hecho una marca tan mala que solo quieres borrarla de tu mente te aporta un extra de humildad que siempre es bienvenido. La teórica derrota te aleja de los aires de grandeza, de creer que eres invencible y que solo puedes continuar mejorando. Una mala carrera no es más que tocar con los pies en el suelo y recordar que no eres, ni serás, perfecto.

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Además, una mala carrera te aporta uno de los mayores aprendizajes que como corredor lo tendrías que tener ya grabado con fuego: el resultado no siempre es proporcional al esfuerzo. Puedes haber entrenando duro, mucho más de lo que alguna vez pensarías hacerlo, puedes haber respetado todos y cada uno de los entrenamientos y ritmos pero en el momento de competir la amargura se cruza por delante tuyo y te enseña la realidad más cruda, esa que dice que por mucho que te esfuerces todo puede salir mal.

Las malas carreras sacan a la luz tus carencias, esos pequeños detalles que pasan desapercibidos en tu entreno diario pero que suponen amplios segundos una vez suena el disparo de salida. Esa zancada irregular, la mirada baja o el braceo incorrecto no te afectan en un rodaje pero cuando compites todo su peso hace que no consigas tu meta.

¿Cómo afrontar una mala carrera?

Tres son los consejos que son imprescindibles para no hundirte después de competir y conseguir una mala marca:

  1. Asume el resultado: el protagonista de esta pésima carrera has sido tú y nadie más. No responsabilices al kilómetro 30 de maratón ni culpes a la inclinación de la pista cubierta o al viento en contra si has corrido al aire libre. Quién consigue los buenos y los malos resultados es tu persona. Asumir que lo podrías haber hecho mucho mejor es el primer paso, además del más necesario, para recuperarte anímicamente.
  2. Positivismo ante todo: pienso que después de un mal resultado en una competición lo más importante es como afrontas la sensación de vacío e impotencia de saber que no has estado a la altura. Céntrate en los pensamientos positivos y olvida todas esos sentimientos negativos que quieren echar raíz en tu mente. Creer en que lo puedes hacer mejor y estar convencido de que una piedra en el camino no será un gran impedimento reforzará tu motivación para enfrentarte al próximo reto.
  3. Busca y corrige tus errores: toda derrota hay que tomarla como un aprendizaje. Si no has conseguido hacer la carrera perfecta analiza durante los días posteriores lo que ha salido mal. Puede ser que hayas empezado a un ritmo excesivamente alto o que, por el contrario, hayas pecado de corredor conservador. Otra de las causas es que durante toda la planificación te hayas excedido con el kilometraje o que simplemente hayas escuchado las voces de tu cabeza que te decían que el sufrimiento de la carrera no era para ti. Ahora eso no importa, tan solo importa lo que vayas a hacer para que esta situación no vuelva a ocurrir.
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