Así como el running requiere de un movimiento intenso y constante de las piernas, con el corazón sucede lo mismo; es decir, el solo hecho de recorrer unos metros implica una mayor exigencia en la zona y, por ende, un aumento en los latidos y frecuencia. Te mostramos cómo correr con problemas cardíacos, cuándo hacerlo y más.
Aunque se la suele concebir como competitiva y que obliga a efectuar grandes esfuerzos, correr no siempre es eso. Si observas sobre todo a la gente mayor, evidenciarás que a veces se trata de trasladarse un tanto más rápido con el fin de activar la circulación y mover las piernas, brazos y otras partes.
Consejos para correr con problemas cardíacos
En paralelo a lo último, ¿Cuántas veces has oído o leído que a una persona que sufrió un infarto hace unos meses le recomiendan empezar a correr? Bueno, sucede en diversos casos que requieren de probar cómo responde tanto el corazón como toda la actividad cardíaca.
Uno de los más habituales es el mencionado infarto, pero también ocurre en otras patologías que ocasionan insuficiencia cardíaca u otros problemas. Si padeces alguno y deseas poder correr tienes que seguir estos cuatro consejos:
Consulta a tu médico si puedes, o no, correr con tus problemas cardíacos
Es el primer paso para realizar tanto running como cualquier otra actividad deportiva o que requiera incluso de movimientos físicos intensos. Las mismas pueden apasionarte y hasta devenir en una necesidad de ejercerlas, sí. Sin embargo, estar en condiciones es siempre lo más importante, dado que, en caso contrario, podrías agudizar tu cuadro.
Además, al tratarse de algo tan grave como un problema cardíaco, la consulta médica no puede ser una simple pregunta; el médico debe hacerte los estudios correspondientes y determinar de manera fehaciente si estás, o no, en condiciones de correr.
Tener en claro cuánto puedes correr
En paralelo a lo anterior, si tienes la confirmación médica de que reúnes las cualidades para hacer running, es imprescindible saber hasta qué punto. Es decir, no es igual que te digan “puedes trotar hasta 2km” que “ya no presentas ningún inconveniente; corre normalmente”.
De todos modos, en un contexto así no puedes actuar como si nada hubiese sucedido, sino ser más consciente que nunca. De hecho, se recomienda correr lento, tranquilo, con la mente relajada y detenerte cada cierto lapso de tiempo para comprobar que te sientes bien.
Complementar con otros hábitos
Si te autorizan para poder correr es probablemente para ir fortaleciendo la actividad cardiovascular. De ser así, entonces tendrás que complementar también de otros modos; por ejemplo, llevando adelante una dieta equilibrada y evitando los alimentos que abundan de sodio y ciertas propiedades dañinas.
A su vez, el buen descanso y mantener un correcto equilibrio mental o psicológico te ayudarán mucho a mejorar tu situación. Puede haber diversas opciones, pero recuerda que la recuperación no debe ser rápida, sino efectiva.
No temer al sentir que debes frenar tu actividad
Hay quienes les sucede que sienten felicidad por poder volver a correr (o hacerlo sin inconvenientes), pero de un momento a otro padecen dolores o complicaciones. Aunque resulta muy evidente al decirlo, para muchas personas es más fuerte el impulso interno que les impide detenerse.
Esto último representa la peor decisión que puedes tomar. ¿Por qué? Porque esa felicidad interna de “sigo porque no pasa nada” tienes altas probabilidades de convertirse luego en un problema mucho mayor. Y la consecuencia será no poder correr luego por un lapso de tiempo mayor.
Correr con problemas cardíacos no es imposible, pero debes saber bien cómo hacerlo y con qué grado de exigencia máximo. Sigue todos los consejos que te facilitamos y obtendrás resultados más óptimos.