Carta al corredor desfallecido

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Hace unos días saltó la polémica en la Grand Final de las Series Mundiales. El triatleta Jonathan Brownlee cruzaba la meta en segundo lugar empujado por su hermano Alistair, esto benefició a Mario Mola que se proclamó campeón del Mundial. El reglamento prohíbe ese acto de ayuda, pero no me quiero centrar en la legalidad o no de ese acto. Aquí lo importante es el riesgo que conllevaba esa actuación en los metros finales. Lo triste es que no sólo pasa en triatlon, también es común ver al corredor desfallecido cruzando la linea de meta de una manera deplorable.

Carta al corredor desfallecido

Correr un maratón puede ser algo mágico, algo que siempre recuerdes cómo lo más bonito que te ha pasado en la vida(deportivamente hablando), puede ser el objetivo que tanto has perseguido y que te ha permitido creer que todo es posible.

Pero no te dejes engañar, el maratón puede ser también un infierno.  Puedes sufrir mil inclemencias durante la carrera que te harán plantearte si vale la pena el sufrimiento

¿Cuántas personas subentrenadas se presentan en la línea de salida? Si hicieran un estudio seguro que te sorprenderías.

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Correr un maratón se ha convertido en un juego, en una moda más. Se ha convertido en aquél juguete que todos quieren porqué lo tiene el vecino sin ni siquiera saber utilizarlo. Pocos entienden que esta prueba implica unos riesgos que hay que valorar.

Esta falta de entendimiento es la que permite que lleguen corredores desfallecidos a la linea de meta. ¿De verdad vale la pena que recorras los últimos metros en zig zag y apoyándote en tu compañero? ¿No habría sido mejor preparar de manera correcta el maratón?

La «épica» de terminar el maratón de cualquier manera y precio, sólo por el hecho de correr esa distancia y que la gente aplauda el valor de hacerlo en esas condiciones, es una estupidez. Quítate de la cabeza esa imagen del corredor valiente que llega arrastrándose porqué se prometió acabar un maratón, ese corredor es un imprudente.

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Nunca se sabe si ese malestar es causado por una simple deshidratación o si hay alguna patología cardíaca que ha estado latente hasta ese momento.

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El corredor desfallecido es un corredor que pone por delante un capricho antes que su propia salud, un corredor que tiene pájaros en la cabeza. En definitiva: un corredor egoísta que sólo piensa en ese logro. ¿Acaso no es consciente de la gravedad del asunto? ¿Cuántos corredores han muerto por estas estupideces?

Siendo claros, el corredor que se desploma en la linea de meta por ser imprudente y lo paga con su vida deja de sufrir, pero es su familia la que se lleva la carga.

No pretendo crear alarma acerca de esto, pero es importante recordar hay una gran cantidad de maratones para correr, pero sólo puedes disfrutar de una vida.

Al menor síntoma de malestar se debería parar toda actividad física, ya que es señal de que algo no va bien.

Conclusión

Obviamente Jonathan Borwnlee no es ese corredor desfallecido del que hablo, pero si que tiene los riesgos de sufrir algo grave por querer llegar a la meta en primer lugar. Lo cierto es que nada vale más que la vida y los atletas profesionales son los primeros en exigirse más de lo que deberían. La ventaja que cuentan ellos que no tenemos nosotros es el continuo seguimiento médico que permite descubrir patologias potencialmente letales.

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corredor desfallecido
De vez en cuándo los atletas profesionales terminan de esta manera las pruebas. La diferencia entre ellos y nosotros es que viven de este deporte y tienen un seguimiento médico exhaustivo. En la imagen la keniana Hyvon Ngetich en el Maratón de Austin 2015, Texas.

Con esta carta no quiero decir que los que lamentablemente han muerto practicando deporte sean unos inconscientes, muchos han practicado deporte durante años y problemas congénitos han provocado su fallecimiento.

Cuándo hablamos de un corredor desfallecido e imprudente ya sabes a quién me refiero, a aquellos que sin la debida preparación se marcan metas que no están a su alcance en ese momento.