Las lesiones que sufres como corredor siempre las focalizas a nivel muscular y de tendón, en pocas ocasiones te pasa por la mente que tu lesión sea resultado de un daño óseo. Aunque la fractura por estrés es muy conocida entre los corredores y afecta al hueso, hay otra lesión que aunque su incidencia no es tan grande, está detrás de muchos corredores que esperan con tristeza para volver a correr. Su nombre es edema óseo.
¿Qué es el edema óseo y por qué aparece?
El edema óseo es una lesión que nace en el hueso, pero poco tiene que ver con las dolorosas fracturas. El edema óseo es como el típico moratón que te sale en la piel después de un fuerte golpe pero en este caso el moratón aparece dentro del hueso. Si cuando surge en la piel es doloroso, no puedes imaginar lo que duele un edema óseo.
Los huesos en su interior no son macizos, sino que una parte de ellos (el hueso trabecular) están formado por vasos sanguíneos y son de una textura esponjosa. Cuando un fuerte golpe o una presión intensa recae en el hueso puede llegar al punto de producir daños en el hueso trabecular, que la sangre de los vasos sanguíneos se derrame y que el cuerpo busque proteger de un mal mayor «inundando» de líquido la zona. Es este líquido el responsable del edema óseo.
Los huesos más sensibles a sufrir esta lesión son el calcáneo, la rodilla, el astrágalo…
El edema óseo es muy doloroso, tanto que el simple roce puede hacerte ver las estrellas. En el momento que padeces esta lesión es imposible salir a correr en condiciones, puesto que en los casos más graves duele hasta estando en reposo.
Por esta razón si tras un fuerte golpe en el hueso aparece un dolor que no desaparece con los días y te limita el movimiento, tienes que darte prisa para visitar a un especialista, ya que solo mediante una resonancia magnética es capaz de apreciarse un edema óseo.
¿Cómo tratar un edema óseo?
Si sufres un edema óseo te adelanto que vas a tener que guardar reposo, por lo menos 1 o 2 meses.Esta lesión es muy desagradable y de curación lenta por lo que puedes perder la paciencia.
El tratamiento en la fase inmediatamente posterior a la lesión es el reposo hasta que la zona se desinflame y poco a poco se pueda incidir en la zona para acelerar la recuperación. Ahora bien, no está de más recordar que el reposo debe ser relativo e intentar ejercitar la zona siempre y cuando el dolor lo permita. De esta manera evitarás que la musculatura que protege tus huesos se atrofie y pierda su función principal.
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Durante el primer mes tienes que evitar cualquier ejercicio que supongo un estrés añadido a la zona, por lo que la carrera a pie quedaría descartada. A medida que el dolor va disminuyendo se pueden incluir rodaje muy cortos sobre superficies como el césped o la tierra para ver como reacciona la lesión y también para conseguir la nueva adaptación a la carrera.
Lo más importante en este y otras lesiones es saber cuál es el factor limitante. En este caso el dolor no debe aumentar durante la practica del entrenamiento, sino que tiene que mantenerse en los mismos niveles. Si durante el entrenamiento cada ve te duele más es que aún no estás listo para volver.