Lento, la palabra que más odian los corredores, con permiso de las lesiones. Correr lento está visto como la característica de una persona que no está en forma, pero si se analizaran los ritmos de los corredores de élite, todo el mundo se daría cuenta de lo lento que llegan a entrenar.
Rodar lento no tiene nada que ver con el rendimiento después en carrera. Puedes, y debes, tener entrenamientos a ritmo más tranquilo aunque después corras los 10 kilometros en 35 minutos.
Correr lento te enseña a correr de verdad
Correr lento es fundamental para mejorar la capacidad aeróbica, eso es algo más que aprendido por todos los corredores.
Hay otros beneficios que no siempre son señalados, ya sea por desconocimiento o porque no se consideran tan importantes.
Mi entrenador, Xavi Cerrato, me manda rodar por encima de 5 min/km y yo, sabiendo que puedo ir más rápido, no puedo dejar de hacerle caso porque:
- Al correr lento no tengo la presión de correr a un determinado ritmo Corro por sensaciones, por lo que aprendo a escuchar a mi cuerpo.
- Rodar lento me ayuda a mejorar mi técnica de carrera. Es difícil que corriendo en una competición me pare a pensar si estoy corriendo de la mejor manera. Corriendo lento cuento con la ventaja de que me puedo centrar en como impacto contra el suelo o como muevo los brazos.
- Al correr a ritmos lentos es obligatorio ir a medio gas, por lo que tengo que regularme continuamente para no sobrepasar el ritmo marcado en la planificación. Esto, trasladado a una competición, es el 80% de la marca, pues no controlar el ritmo es la causa de muchas malas marcas.
- Aunque sea un entrenamiento, correr a ritmos lentos me ayuda a recuperarme de los días más exigentes como las series o los cambios de ritmo. En ocasiones, rodar lento es lo mejor que puedo hacer.
- Lo último es que desconecto de la presión de los entrenamientos de ritmos rápidos, en los que me intento exigir hasta el límite. No tener esa tensión previa al entrenamiento es la mejor manera de relajar la mente.