Correr es un deporte donde las articulaciones reciben mucho impacto, la gran mayoría de corredores lo entiende pero vemos a un gran número de ellos que no evita correr en asfalto.
Si al correr el terreno devuelve el impacto en cada paso, imagínate la cantidad de impacto que llega a recibir el cuerpo en una simple salida de 10 kilómetros. Si a esto le sumas que los rodajes se hacen siempre por asfalto y entrando de talón, ya te puedes esperar como acabará esto.
El amor-odio respecto a correr en asfalto
La relación que debe tener un corredor respecto al asfalto es siempre de cautela. Correr en asfalto no se puede evitar si vives en una gran ciudad, pero si dosificar las veces y los tipos de entrenamientos que se hacen en él.
Cuando te espera un rodaje rápido, lo primero que piensas es en hacerlo por este terreno. ¿Por qué?
Porque el asfalto es una superficie que casi no retiene fuerza y toda esta la manda de nuevo hacia tu cuerpo. Dicho así parece que el asfalto es el mejor terreno para correr rápido. De hecho es así.
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No obstante correr en asfalto tiene unos riesgos que hay que considerar. De la misma manera que puedes correr más rápido en este tipo de superficie debido a que te devuelve toda la energía y no te hundes (por así decirlo), también las articulaciones reciben un impacto mayor y por supuesto el riesgo de lesión aumenta.
No hay ningún problema por correr en asfalto siempre y cuando tu forma física sea la adecuada, tengas una muscultura fuerte y no abuses.
Si todos tus entrenamientos son por asfalto tienes más posibilidades de lesionarte y por ello es mejor variar el terreno, ya corriendo por tartán durante las series y por tierra para los rodajes lentos.
Como puedes ver la relación amor-odio respecto a correr en este terreno es complicada. Por una parte corres más rápido, pero por la otra debes vigilar que no te sorprenda una lesión.