Correr es una pasión, no una opción

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Hace años que corro, no se cuántos años llevarás tú, lo mismo me superas con creces o hace poco que te has iniciado en esto, eso no importa. Llevo corriendo los suficientes años para entender que este deporte no se elige como puedes elegir el sitio donde cenar esta noche o la ropa que te pondrás antes de salir. Correr es una pasión, y como tal no se pueden controlar las sensaciones que experimentas al practicarlo.

De igual la distancia que practiques, desde los 100 metros hasta la ultradistancia, todo ello forma parte de algo más que un deporte.

Correr es una pasión

Podría arriesgarme a decir que la pasión por correr se convierte en una filosofía de vida. Todo aquello que era tan difícil, tanto que nunca creíste capaz de dominar lo haces de manera inconsciente y ves, con alegría, que las marcas imposibles se convierten en realidad.

Correr es una pasión que una vez te atrapa es difícil escapar de sus manos. Ni los malos momentos, ni las derrotas consiguen romper el hechizo que te tiene bajo sus redes. No importa las veces que caigas, las veces que choques contra el muro de la decepción ni las veces que esa voz dentro tuyo te alienta a tirar la toalla.

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Amas este deporte y siempre lo seguirás haciendo a pesar de los momentos duro.

En el momento que esto forma parte de tu vida, comprendes que no hay marcha atrás. Has dado un paso importante en tu vida y no te arrepentirás de ello.

Correr es una pasión y como corredor entiendes el contrato que acabas de firmar. Lo has firmado con el sacrifico y la constancia, con los duros días de entrenamiento y los aburridos rodajes de recuperación. Has firmado por un gran cambio en tu vida y has firmado el mejor contrato posible: el de ser feliz viviendo tu pasión como algo importante de tu vida.