¿Te sucede o has oído a una persona decir “yo siento que correr cansa menos que caminar”? En cualquiera de los casos te parecerá extraño en el sentido de que el hecho carece de lógica; si la primera es mucho más intensa y de mayor exigencia, ¿Cómo puede resultar menos exhausta que otra más leve y tranquila?
Bueno, lo primero que te decimos al respecto es que sí, correr puede cansarte menos que caminar. ¿Por qué o cómo? Por diferentes razones, entre ellas la cuestión psicológica; si una te gusta mucho más que la otra y además estás acostumbrado hace varios años, entonces te saldrá más fácilmente.
Tres contextos en los que correr cansa menos que caminar
Como te comentamos anteriormente, la mente desempeña un rol muy importante cualquiera sea la actividad que lleves adelante. En este sentido, el running es muy amplio y abarca múltiples opciones y variantes. Asimismo, tus objetivos tanto antes de comenzar como durante el trayecto influirán de manera considerable.
De este modo, si eres un apasionado al correr, entonces podrás hasta no percibir el mínimo cansancio en las siguientes situaciones:
Carrera de 20 kilómetros
Te preparaste durante meses para la carrera hasta que llegó el día. Primero empezaste corriendo suave, luego intensificaste, redujiste el ritmo nuevamente y ahora faltan cinco kilómetros para alcanzar la meta.
Se trata de un momento en el que la lógica indica que debieras estar exhausto por el trayecto recorrido. También por la intensidad con la que trabajaron tus músculos y hasta por el rol que tu mente jugó para llegar hasta allí. Pero no… hay cosas que no se explican desde lo racional.
Lo que te sucede es simplemente que lo emocional y tus ganas y necesidad de completar el recorrido superan a cualquier cansancio físico o muscular. ¿Conoces la frase “la mente maneja el cuerpo”? Bueno, es lo que te ocurre en un momento así.
Estás muy apurando llegando tarde y correr terminará siendo menos grave
Te falta un kilómetro para llegar a la universidad para rendir un examen final al que no puedes llegar tarde y tienes sólo 5 minutos. Inmediatamente comenzarás a correr lo más rápido posible y, ante la primera sensación por parte de un músculo o de la misma cabeza de estar exhausto y necesitar detenerte, tú continuarás corriendo.
¿Por qué sucede esto? Pues, el panorama es muy claro: o corres de dicho modo con las consecuencias físicas que podría ocasionarte o reduces el ritmo y, por ende, no alcanzas a rendir el examen y repruebas y debes volver a presentarte recién dentro de un año.
Tienes la necesidad de completar un desafío
Imagina el ejemplo de la carrera que te contamos antes. Bueno, este es un caso similar, pero no se debe a que eres un deportista preparado, sino a una necesidad personal de completar un desafío. Mejor dicho, a las consecuencias negativas a futuro que tiene de perder, lucir una imagen mala y que todos te conciban como alguien inferior.
Se trata de algún modo de una inversión. ¿Por qué? Pues, porque, aunque implique un riesgo y un inconveniente en el corto plazo, tú sabes en todo momento lo que significará más adelante.
Ahora que te facilitamos tres claros ejemplos, seguro entenderás cómo o cuando correr cansa menos que caminar. Les sucede a muchas personas, las cuales pueden no ser deportistas o corredores profesionales. En cambio, caminar les produce ansiedad, alteramiento y, por lo tanto, algo más negativo que el running.