Con la llegada de las buenas temperaturas apetece más salir a correr, parece que dar la primera zancada se convierte en algo sencillo. Esto es así hasta que el calor infernal del verano te alcanza, un calor que no te permite hacer una sentadilla sin que sudes a chorros. Correr en verano es duro, muy duro. Es peor que correr con lluvia o viento.
Correr con hasta 40 grados de temperatura nadie se acostumbra. Entonces, ¿qué vas a hacer?¿Dejas de correr?
El infierno de correr en verano
En la preparación del maratón de Valencia de 2015 me tocó correr en verano y hacer las tiradas largas bajo el sol abrasador de un mediodía de verano.
Tengo la suerte de vivir en Barcelona donde el calor no es tan elevado como en Andalucía, pero la humedad ya lo compensa y lo hace insoportable. Recuerdo más de una vez llegar a casa al límite de una pájara por haber cometido la temeridad de salir a correr en verano a 35 grados durante 2 horas. Al tener que correr en Valencia, mi preparación comenzó a mitad de agosto.
Reconozco que no lo volvería a hacer de esta manera, correr en verano se convierte en algo difícil para hacerlo en condiciones.
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Hoy en día y con la llegada del verano lo que hago es reducir el volumen y la intensidad de los entrenamientos. Voy alternando cada semana series con cambios de ritmo en vez de hacer ambos en una semana. Aunque mantengo los mismos días de entrenamiento hay días que tan solo corro 30 minutos.
No me sirve de nada seguir entrenando al mismo nivel durante el verano, cuando la temporada está finalizando y está todo el pescado vendido. Por el contrario me centro en disfrutar y no estar pendiente del crono y las cursas en que participaré en este verano me las tomaré con otra mentalidad: la de no dar un descanso completo al cuerpo, pero tampoco exigirle en exceso, ya que septiembre está a la vuelta de la esquina y hay que llegar en condiciones.