Correr en casa por el COVID-19: todo lo que estás descubriendo

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Nunca habías pensado que serías capaz de correr en casa sin cinta y llegar a correr 10 kilómetros o más, pero la realidad ha superado a tu imaginación. El confinamiento por el COVID-19 está produciendo cambios en los corredores y corredoras, y nos estamos adaptando a la situación lo mejor que podemos.

Correr por casa es una locura, realmente a largo plazo es dañino para los músculos y articulaciones, porque salvo que vivas en una mansión te tendrás que enfrentar a giros y cambios de ritmo que te ríes tú de las millas urbanas en las que has participado.

Pero no nos vamos a engañar, la situación es la que es y aunque ya podemos dar la temporada por perdida, tenemos un cargo de consciencia si no entrenamos.

De todo esto te has dado cuenta al correr en casa

Piensas que incluso has evolucionado como deportista, y es que el confinamiento te ha hecho ver las cosas de otra manera, y también te ha dado diferentes ventajas que las personas que pueden correr al aire libre no desarrollan, como por ejemplo:

1. Te vuelve invulnerable a la pista (especialmente a la pista cubierta)

Cuando termine en confinamiento por el COVID-19 demostrarás a todos que correr en pista cubierta para ti está chupado. Si has sido capaz de correr 10 kilómetros en un piso de 60 metros cuadrados las vueltas por la pista se te quedarán cortas.

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Te parecerá una broma el tener que dar 5 vueltas a una pista de 400 metros para hacer 2.000 metros cuando durante el confinamiento has necesitado 100 vueltas por los pasillos de tu casa para hacerlo.

Además, los diferentes giros de 180 grados con los que te encuentras en tu entrenamiento te preparan para ser profesional en las millas urbanas con cambio de sentido. ¡Que tiemblen tus rivales!

2. Descubres lo realmente pequeño que es tu piso

Al correr en casa aprender a valorar lo que cuesta el metro cuadrado. Nunca te habías planteado que vivieras en un piso tan pequeño, pero es que cuando corres se vuelve todavía más pequeño.

No puedes hacer otra cosa que resignarte cuando, después de 5 zancadas, te has hecho todo el salón, parte del pasillo y has tenido que frenar para no salir por la puerta y arriesgarte a que te caiga una buena multa.

3. Apuras cada milímetro para sumar metros

Casi arrancas el marco de la puerta y te has llevado por delante varias veces la mesita del salón, pero no importa: tienes que sacar milímetros de donde no los hay.

Cuando tienes que girar y encarar la salida de la habitación te abres todo lo que puedes, para que el pulsómetro te sume algún milímetro más.

¿No dicen que todo suma? Pues tu lo aplicas a la perfección al correr rozando las paredes.

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[Tweet «Resulta que correr en casa te está beneficiando y no lo sabías…»]

4. Empiezas a odiar a los deportistas de élite con su «quédate en casa»

No puedes hacer otra cosa que coger manía a todos esos deportistas profesionales que tienen a su disposición todo el equipamiento necesario para poder entrenar en casa como si lo hicieran en el exterior y dicen a diario eso de «quédate en casa».

Claro, correr en casa es muy fácil si tienes hectáreas de jardín o las mejores cintas del mercado, pero no es tu caso. Tu vives en un piso que no tiene ni siquiera balcón y que sacas el metro para ver en que hueco puedes colocar una cinta de correr sin tener que quedarte tu fuera, pero…¡SORPRESA!, al mirar una cinta para comprar online te das cuenta de qué todos han pensado igual que tú y ya no están los modelos que se ajustan a tu presupuesto.

5. Descubres que cualquier mueble y/o elemento de casa te sirve para entrenar

Correr por casa te supone desarrollar hasta un punto extremo tu imaginación. Has entrado en un peligroso bucle que ya no comprendes la diferencia entre un step y un escalón o entre la lampara del salón con una barra.

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Para ti, correr en casa te supone adaptar toda tu vivienda al entrenamiento que tienes que hacer, por lo que quién vive contigo no se sorprende al verte haciendo tríceps entre dos sillas, subiendo las escaleras haciendo skipping e incluso haciendo dominadas en las puertas. El coronavirus te ha quitado la libertad para correr, pero te ha dado la capacidad de innovar…

6. Te das cuenta que no eres el/la único/a friki

Si, la verdad es que lo que haces no es normal, pero cuando entras en las redes sociales te das cuenta que no eres la única persona y… sonríes, porque siempre hay alguien en peor situación.

No solo te da tranquilidad saber que no eres la única persona que se comporta así, sino que agradeces toda la información que los otros corredores y corredoras suben a Instagram o a Facebook. De hecho, gracias a esto acaban aprendiendo maneras de entrenar aún más frikis.

Te voy a decir una cosa para que no te preocupe tu actitud: ¡yo hago exactamente lo mismo!