Cuando correr no es de cobardes

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Cuando correr no es de cobardes podría ser el título con gancho de un libro sobre running, de hecho lo es, como puedes comprobar aquí que tienes más información pero en el momento en que se me ocurrió el título de este artículo no tenía ni idea de ello, simplemente se orquestó en mi mente esta idea, muy opuesta a la concepción que hay sobre la carrera a pie.

Correr no es de cobardes, diría que quién corre es todo lo contrario a ello, es una persona que los tiene en su sitio y que es tan valiente que acepta sacrificar infinitas cosas por continuar corriendo.

Correr no es de cobardes, nunca lo será

Hace muchos años, antes de que yo empezara en este mundo, correr estaba catalogado como un deporte aburrido y los que lo practicaban estaban expuesto a las críticas y burlas de otras personas, personas muy ignorantes que estaban tan limitadas que eran incapaces de expresar sus ideas sin faltar al respeto a la otra parte.

Este tipo de personas podía llegar a pensar que correr era de cobardes, un deporte para flojos y destinados para aquellos que no valían para otra cosa.¡Qué equivocados estaban!

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Correr no es de cobardes, tan sólo hay que ver aquellos corredores de maratones que cruzan la línea de meta después de 3 o 4 horas corriendo. La persona cobarde cuando ve problemas desaparece rápidamente, mientras que éstos se mantienen en su camino, sufriendo lo indecible pero aguantando porque tienen las cosas muy claras: han llegado demasiado lejos como para abandonar.

Que correr no es de cobardes no sólo se ve en los maratones sino en las carreras de menos distancia. ¿Quién es el que baja de 5 minutos en la milla?¿El cobarde que baja los brazos o el valiente que aprieta los dientes?

No, que no vuelva a escuchar que correr es de cobardes, que me digan que los que corren son verdaderos héroes que exprimen las horas de su día para poder trabajar, cuidar de sus hijos, estudiar, vivir y aún así tienen tiempo para sufrir en cada entrenamiento.

Correr no es de cobardes, correr es una batalla constante contra los kilómetros, el ritmo, los otros corredores, tu mente y tu propio orgullo. Si el que corre no fuera lo suficientemente valiente no aguantaría tanta presión encima, tantas expectativas que él o ella mism@ se exige.

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Y el que corre no es cobarde porque no se lo puede permitir. En muchas ocasiones me habría gustado ser la persona más cobarde y abandonar un entrenamiento que me estaba llevando al límite, pero no he podido. No he podido rendirme ante el miedo al sufrimiento y la adversidad. En ese momento, armado de valor, me he plantado frente a mis fantasmas y les he ganado terreno, no he dejado que el temor me convierta en un cobarde, pues de haberlo hecho hoy en día no podría llamarme corredor.

Cuando te vuelvan a decir que correr es de cobardes recuérdales estas líneas, para que esas personas comprendan que la cobardía poco tiene que ver contigo.