El running consta de una actividad física que, más allá de los beneficios que proporciona, requiere de motivación e incentivo para efectuarse. En caso contrario, implicará una experiencia negativa o, al menos, no se aprovechará al máximo. Así, existen diferentes problemas que impiden correr.
Estos últimos abarcan desde lo físico hasta lo mental. De hecho, en algunos casos ambas facetas resultan recíprocas, ya que un pequeño o grave inconveniente afecta a la otra; por ejemplo, una retención de líquido que dificulta tu capacidad física y te lleva a empeorar tu estado psicológico.
Los cinco problemas más frecuentes que impiden correr
En el día a día encontrarás decenas de razones para llegar a la conclusión de “no puedo o no me conviene correr”. Sin embargo, a continuación te mostramos los cinco problemas más habituales:
- Lesión/molestia muscular: la molestia puede ser consecuencia de un movimiento inadecuado, como así también la causa de una lesión que aún desconoces. En cualquier caso, percibes mayor incapacidad para correr y efectuar todo el esfuerzo que ello requiere
- Dolores: puede ser de cabeza, barriga , en un dedo, etc. Se trata de molestias tanto graves como leves (incluso hasta eventuales) que te devienen en cierta preocupación. ¿Has dicho alguna vez “ya no me duele, pero por las dudas no salgo de mi casa”? Bueno, es algo muy habitual en el ser humano
- Recuperación de una lesión: ya pasó el peor momento del dolor, operación (si fue necesaria, claro) y rehabilitación. Sin embargo, todavía no te encuentras al 100% para llevar adelante la rutina que tenías siempre
- Arritmia cardíaca: implica que tu corazón realiza una cantidad de latidos superior a la normal. Por ello te agitas más fácilmente y corres riesgo incluso de descompensarte y morir.
Las piernas y los pies, las partes más sensibles
Puede dolerte el cuello, rostro e incluso los brazos y quizás te sientas en condiciones de tolerarlo. En cambio, si el problema se encuentra en las piernas y/o pies se te dificultará notablemente. ¿Por qué? Porque son las protagonistas de la actividad.
Concretamente, las piernas son las que soportan alrededor del 75% de tu peso. Al mismo tiempo, permiten el movimiento y traslado hacia adelante. En paralelo, los pies albergan la totalidad del peso al apoyar en el suelo. Por todo esto, un pequeño de dolor en cualquiera de estas partes te resultará complejo.
¿Por qué destacamos la importancia de los pies y piernas? Porque, además del protagonismo que ejercen, existen múltiples inconvenientes en ambas que, en caso de surgirte, te impedirán correr, al menos con normalidad; por ejemplo, la fascitis plantar, la cual consta de un dolor en el talón.
¿Cómo evitar los problemas para correr?
Ahora que ya sabes cuáles son los problemas que impiden correr, lo más probable es que te preguntes “¿se pueden evitar?”. La respuesta es la siguiente: A veces sí y a veces no, pero sí reducir las probabilidades de que ocurran.
Para ello debes seguir estos tres consejos:
- No te sobreexijas: si sientes que tus músculos están exhaustos entonces detén la actividad, en lugar de continuar y perjudicarlos
- Cuida la alimentación: llevar adelante una dieta equilibrada y evitar los alimentos con exceso de grasas, sodio y propiedades dañinas ayuda considerablemente a mejorar tu estado físico y muscular
- Aumenta tu nivel e intensidad de manera progresiva: si tu objetivo es correr rápido, ve de menor a mayor. En caso contrario, exigirás a tus músculos en frío y aumentarás las probabilidades de desgarrarlos o lesionarlos
Existen decenas de causas que ocasionan estos problemas que impiden correr. Haz todo lo posible para evitarlos siguiendo todos los tips que te facilitamos.