Que poco imaginaba en el año 2013 que esas pruebas de fondo que tanto me gustaban, que me acabaron llevando a la línea de meta del maratón, se convertirían a día de hoy en una competición a la que no me acercaría demasiado. Cuando comencé a correr en ese año para mi solo existían las pruebas de fondo, toda distancia menor a 5 kilómetros me sabía a poco. Hoy pasa justo lo contrario, las pocas veces que compito en carreras de 5 kilómetros se me hacen eternas.
La transición de las pruebas de fondo al mediofondo
Nunca hubiera pensado en mi etapa como runner que disfrutaría haciendo series de 400 metros por debajo de 3 el kilómetro, tampoco pasaba por mi cabeza que un rodaje de 50 minutos se me pudiera hacer tan largo como pasa hoy.
Mi transición de las pruebas de fondo al mediofondo no ha sido cuestión de unos meses, ha sido un proceso que ha durado años y que comenzó cuando en el 2015 me lesioné corriendo.
En ese año alguien me dijo que no estaba preparado para correr maratones, que por mucho que quisiera mi cuerpo no estaba hecho para esa distancia. Ese alguien acabó acertando, se convirtió en mi entrenador y es el que está detrás de todo este cambio.
Cuando en el 2017 volví a entrenar, mi cerebro empezó a señalar el camino que tenía marcado: el del mediofondo. Pero fue un camino que me costó aceptar, me costaba aceptar que ya no habrían rodajes de 2 horas y que las series de 1000 metros serían las series largas para mi.
Me gustaba mucho competir en las pruebas de fondo pero me dejaban ese mal sabor de boca que solo sientes cuando carrera tras carrera no consigues tu objetivo. A medida que ese desagradable sabor llenaba mi boca fui probando las millas urbanas y noté como una chispa se encendía dentro de mi: me estaba acercando a mi destino.
La chispa se convirtió en una gran explosión cuando corrí en pista cubierta y se incrementó en el momento que competí en los 800 metros. ¿Cómo había perdido tanto tiempo antes de descubrir estas pruebas?
[Tweet «Pasar del fondo al mediofondo me ha ayudado a crecer como corredor»]
¿Que significó cambiar las pruebas de fondo por el mediofondo?
Dejar de lado las pruebas de fondo y centrarme en las competiciones de mediofondo produjo en mi un gran cambio a nivel físico y mental:
- Cambié mi peso y aumenté la fuerza: esto no significó una pérdida de peso sino que me mantuve en el mismo a la vez que ganaba mucha más fuerza muscular. Para correr un 800 rápido es necesario que las piernas tengan la fuerza y la potencia necesaria para avanzar rápido y resistir durante 2 minutos.
- Rodajes más cortos y rápidos: no me veo ahora rodando más de 1 hora por entrenamiento, se me haría muy aburrido. A día de hoy los rodajes son más cortos y más rápidos.
- Series más cortas: una de las cosas que he aprendido al abandonar las pruebas de fondo y a raíz de las conversaciones con mi entrenador es que las series más largas que puedo hacer son de 1000, 1500 o, como mucho, 2000 metros. En el otro extremo están las series cortas que llegan a ser de tan solo 200 metros. Eso si, tanto en unas como en otras toca correr muy rápido.
- Mejora en los cambios de ritmo: el entrenamiento para pruebas de mediofondo me ha dado la capacidad de poder cambiar de ritmo más fácilmente y no hundirme en los cambios de sentido ni en los giros. Esto, cuando entrenaba para las competiciones de fondo, era incapaz de hacerlo.
- Mayor tolerancia al sufrimiento: yo he sufrido en un maratón pero no pienso que el sufrimiento de este sea mayor que al de un 800 o 1500 metros, es tan solo diferente. Si que es verdad que en el maratón el sufrimiento se extiende durante horas pero estoy convencido que en una prueba de mediofondo el sufrimiento es más corto pero más intenso. No podría decir la de veces que la mente me dice que pare a falta de 100 metros, hacerla callar es la mejor manera de aumentar la tolerancia al dolor.