Recientemente, he leído un artículo de la revista Quo donde se expone que los corredores de maratones sufren un estado cercano al trance mientras corren un maratón: lo han bautizado como flow. El flow de los corredores de maratones es real, al menos lo que esto significa y que poco tiene que ver con la música de moda.
Según el estudio publicado universidades de Granada, Sevilla y Pablo Olavide, el flow es un nivel de conciencia en que la persona está completamente absorbida por lo que está haciendo y que produce un aislamiento total del pensamiento. En este estado, el cuerpo y la mente trabajan al unísono.
Si has corrido un maratón sabrás que es algo único y que las sensaciones que vives en él no las puedes encontrar fuera de este tipo de carrera. ¿Pero existe realmente un nivel cercano al trance cuando corres un maratón?
El trance que sufren los corredores de maratones
Ahora que he dejado apartado, por el momento, la largas distancia y me he centrado en competir como mucho en 5 kilómetros, no puedo dejar de comparar las pruebas en las que compito con el maratón. Correr un 1500 es extremadamente duro, pero cuando te quieres dar cuenta la prueba ha terminado y tus dolores desaparecen de la misma manera como empezaron.
En el maratón no ocurre lo mismo y además influye en tu mente los 3 meses de entrenamiento específico en el que sólo importaba llegar con energía a la prueba, durante ese tiempo todo gira por y para el maratón.
Esto tiene un gran peso en tu cabeza, y convierte una prueba deportiva en una gran responsabilidad, algo menos que una misión sagrada que debes cumplir de manera obligatoria.
Los corredores de maratones saben el deber que tienen delante suyo y alcanzan un nivel de concentración elevado, tanto como al que se refiere el estudio efectuado.
La concentración dentro de un maratón
Desde que comencé a correr he participado en infinidad de carreras, pero una más que cualquier otra vuelve día tras día a mi memoria: mi debut en maratón.
[Tweet «Si, correr un maratón es lo más parecido a entrar en trance»]
Siendo fríos y mirando desde una óptica externa, el maratón no es más que una prueba más de las muchas que hay. En vez de ser 5 kilómetros son 42, y los ritmos son más lentos. ¿Entonces por qué despierta esa chispa en todos los corredores de maratones que hemos participado en una prueba de ese estilo?
Me arriesgaré a afirmar que de manera subjetiva engrandecemos el valor de dicha prueba e interiorizamos lo que toda ella representa. Se trata de poner al límite al cuerpo, de vaciar los tanques de glucógeno y poner a la mente al filo de un precipicio. De hecho es muy parecido a vivir intensamente.
El trance de los corredores de maratones no sólo es real, sino que todos aquellos que han participado en uno lo han vivido.
Seguro que no me equivoco al afirmar que:
- Durante un maratón, rodeado de 40000 personas, no has sido capaz de decir en que momento te sentías acompañado. Tu mente estaba demasiada centrada en el objetivo para ver otra perspectiva.
- Al terminar un maratón, la experiencia se vuelve difusa, como si de un sueño se trataba. No consigues traer de tu memoria el punto del recorrido que correspondía al fatídico muro, ni como encaraste los últimos 5 kilometros. Tu mente y tu cuerpo han funcionado como uno sólo, casi de manera automática para llegar a la meta. Tal concentración ha supuesto obviar detalles que para tu mente no eran importantes.
- Tras cruzar la meta una mezcla de nervios, alegría, tristeza y liberación se han apoderado de ti. No es que estés perdiendo la cabeza, sino que por fin, tras 42 kilómetros tu cabeza se puede relajar y deja fluir los sentimientos que controlaba para no boicotear el objetivo.
- Inexplicablemente has aguantado con un increíble tesón el paso de los kilómetros, incluso has tenido el coraje necesario para no rendirte en los últimos kilómetros, pero una vez que cruzar la línea de meta te derrumbas. Dejas de sentir las piernas y te conviertes en el corredor más débil, aquel que sólo quiere quedarse tumbado en el suelo. Tu mente deja de trabajar, ha terminado el periodo de concentración y tu cuerpo vuelve a la realidad, lo has sometido a un estrés increíble y ahora te lo hace saber.
Estas sensaciones no son más que señales del grado de concentración a la que se puede llegar corriendo un maratón. Pues el tiempo se detiene, el espacio de tu alrededor desaparece y sólo ves una delgada línea azul que te guía inexorablemente hacia tu sueño.