Es bastante habitual ver en competiciones a corredores pasados de vuelta, corredores que desde el primer kilómetro se exprimen de una manera excesiva creyendo que así llegarán antes a la meta. En una competición es necesario grabar a fuego una palabra en nuestra cabeza: paciencia. Correr es un deporte dónde avanzar cuesta y es un proceso lento. De la misma manera, a la hora de competir hay que interiorizar todo lo aprendido en los entrenamientos, se trata de progresar de manera continua hasta conseguir nuestro ritmo objetivo. Esto tiene un nombre y es la estrategia de carrera, se trata de planificar de manera detallada todo lo que haremos durante el recorrido y es lo que marcará la diferencia entre una buena carrera y una de mediocre.
La estrategia de carrera: su importancia
La estrategia de carrera juega un papel determinante en la futura marca de un corredor. Dentro de ella pasaremos a valorar el ritmo marcado, el recorrido, los avituallamientos y también un plan alternativo por si la táctica principal no funciona.
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El ritmo de carrera no es tan sencillo como dividir el tiempo esperado por la distancia que corremos. Es algo que debemos calcular de manera precisa y estar dispuesto a modificarlo durante la carrera. Si un corredor quiere hacer un tiempo de 40 minutos en 10 kilómetros no debería salir a 4 el kilómetro, sino que tendría que salir más lento y acabar apretando en los kilómetros finales. Por desgracia esto no es muy común de ver, y cada vez son más los que salen desbocados para acabar llegando casi por suerte a la meta.
Para poder adaptar nuestro ritmo de carrera a la preparación que hemos hecho es importante haber trabajado en umbrales cercanos a nuestro máximo y estar atentos a cómo nos sentimos y como reacciona el cuerpo.
Si nos conocemos el recorrido y actuamos con cabeza seremos capaces de mejorar nuestra eficiencia en esa competición. Las carreras con continuos toboganes, a pesar de resultar divertidas, suponen un aumento de la fatiga en el corredor y correr el riesgo de dar el paso en falso de no bajar el ritmo en las cuestas.
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Si sabemos que en el recorrido habrán subidas y bajadas regularemos el ritmo para evitar agotarnos de manera inútil. En las bajadas aprovecharemos para dejarnos llevar un poco y así descansar un poco la musculatura.
Los avituallamientos en carreras cortas no suelen implicar demasiado problema. El dilema surge especialmente en el maratón. Hay que ser conscientes de cuáles serán nuestras necesidades energéticas durante la carrera, siendo importante recargar el cuerpo de glucosa a partir de la media maratón. Saltarse los avituallamientos o tomar todo lo que se puede en cada uno de ellos son una manera segura de dinamitar la carrera.
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No te olvides de tener un plan alternativo
Si a pesar de haber planificado nuestra estrategia de carrera de manera concienzuda esta no la podemos seguir a rajatabla debido a factores externos, la debemos adaptar. Si de repente se levanta un fuerte viento de frente es obvio que no podemos mantener el mismo ritmo de carrera, si notamos una sobrecarga en el isquios tendremos que reducirlo también, y así un largo etcétera.
La estrategia de carrera no es algo inamovible, el algo con lo que debemos jugar durante toda la carrera, ya que en raras ocasiones todo sale según lo planeado