Hablar de calidad y cantidad es hablar de un tema complejo que nos afecta en muchas facetas de nuestra vida. Hablando estrictamente en términos deportivos, muchas veces creemos y relacionamos la cantidad con la calidad. Aunque no tienen porqué ir separadas, calidad y cantidad no siempre van juntas.
Calidad y cantidad es nuestro entrenamientos
Correr 80 kilómetros semanales es una media bastante común en nosotros, pero no son los mismos 80 kilómetros para un 10000 que para un maratón, eso es algo lógico.
Hay una regla (llamada del 10%) que nos indica el kilometraje que debemos aumentar semana tras semana. Quizás es útil para aquellos que empiecen a correr pero los corredores que sois veteranos ya conocéis vuestro cuerpo.
Si utilizáramos esta regla nos daríamos cuenta que ni es infalible ni el ilimitada. Llegará un momento en el que no podremos aumentar más el kilometraje y nos acabaremos estancando.
Si por correr más kilómetros alguien se piensa que lo hará más rápido está equivocado. Es indispensable un buen volumen de kilómetros en nuestros entrenamientos, pero también es necesario trabajar en diferentes intensidades.
Combinar rodajes al 70 % de FC con otros más cortos y rozando el umbral anaeróbico e incluso adentrándonos en él por medio de las series van a ayudarnos a mejorar nuestros tiempo en carrera. Si por contra corremos siempre al mismo ritmo y mucha distancia seremos capaces de aguantar mucho tiempo corriendo pero no seremos capaces de correr con velocidad.
En este deporte más cantidad de kilómetros no es sinónimo de un mejor rendimiento, importa la calidad de estos.
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Algunos otros ejemplos
Hay más ejemplos donde podemos ver que calidad y cantidad no son sinónimos. Mi comparación preferida son las carreras.
El correr cada domingo carreras populares a tope no hace a nadie un corredor de calidad, sino que consigue ser el corredor que colecciona carreras y no marcas. Lo único que ganaremos en calidad y en cantidad (esta vez juntas) son de lesiones.
Un ejemplo que también causa polémica y en el que se ve que estos dos términos no tienen similitudes es el tipo de carrera que afrontamos. Con la nueva moda de ser el que más kilometros corre, solemos valorar más aquel que hace una ultra de 100 kilómetros que aquél que viva para y por el mediofondo, con tiempo que ya nos gustaría tener a todos.
Cada corredor es diferente y no importa la cantidad de kilómetros y horas que se dediquen, sino la calidad de los mismos y del sacrifico que estemos dispuestos a realizar.